Recuperar talentos

Un comentario de Fernando Bellón

El talento no se improvisa ni procede de la nada. El talento ni siquiera preexiste como una cualidad psicológica innata.

El talento se cultiva y se recolecta.

La escabechina de talentos que ha realizado con crueldad y alevosía la dirección de RTVV es un acto de perversidad que se suma al saqueo de los bolsillos ciudadanos que nuestros políticos (porque son nuestros, no lo olvidemos nosotros ni lo ignoren ellos) perpetran con deliberada e insoportable alegría.

Al repasar el catálogo de categorías profesionales de los despedidos en el Ere, se tiene la sensación de estar observando una dimensión olímpica. Se olvida que para llegar a ella, ha sido necesario transitar por las divisiones regionales, tercera, segunda y primera, y someterse a una selección. También se olvida algo que a todos los que nos hemos ganado la vida en los medios nos resulta ahora inquietante: la tecnología permite ya la producción de material audiovisual fuera de las macroestructuras, de los macroestudios, de los macroejércitos de profesionales.

Sí, es cierto que los políticos dominantes en la Comunidad Valenciana habían convertido RTVV en un monstruo inviable que nos alimentaba cómodamente a sus empleados. Y también lo es que reconvertirlo en un organismo al servicio del variado público que lo sostiene con sus impuestos requiere un esfuerzo de imaginación para el que tenemos que prepararnos los profesionales.

Muchos fuimos los que empezamos a familiarizarnos con el medio al iniciarse las emisiones de Canal y Radio 9. Vistos desde cualquier perspectiva, éramos un grupo de privilegiados. Y a veces nos comportábamos como niños consentidos. Me recuerdo a mí mismo, con un curso acelerado de formación técnica proporcionado por veteranos de TV3, danzando por el ancho mundo y, sabiéndome un ignorante, intentar negar el hecho con una avalancha de soberbia que chocaba con la de otros compañeros y producía chispas. ¡Oh tempora, oh mores!

A lo largo del tiempo, han sido multitud los compañeros que han recalado en RTVV procedentes de radios y televisiones locales, casi siempre después de un periodo de formación profesional o académica. Allí, en aquellos viveros de talento, fueron decantando su talento. Y una vez llegados a la radio televisión publicas lo alimentaron y cultivaron hasta darle un peso específico hoy incuestionable.

¿Qué haremos ahora que el modelo de televisión generalista, tanto pública como privada, da su boqueadas finales? Aguzar la imaginación, darle al talento una cualidad dúctil.

No hace falta ser un lince de la comunicación para darse cuenta de que ya hay televisiones locales que producen un material audiovisual de una cualidad igual (a veces superior) al producido en un gran centro de producción como el que fue TVV-Burjassot. Tienen una tecnología y unos profesionales lo suficientemente cualificados como para hacerlo sin problemas.

Esas televisiones locales o particulares ya no son viveros, son huertos o huertecitos donde se cultiva la creatividad en las mismas condiciones que en los latifundios. Aunque desgraciadamente en condiciones de trabajo poco negociables y a cambio de un sueldo que no corresponde ni a la cualificación profesional ni a la responsabilidad del trabajo ejercido.

Ignoro si será posible reconstruir una radiotelevisión realmente pública en la Comunidad Valenciana. No es un consuelo saber que el mismo problema lo tienen en Madrid, y que no tardarán en tenerlo en Andalucía, Galicia, Cataluña o el País Vasco, originales componentes de la Forta. Pero sí alivia darse cuenta de que o nos ponemos todos en contacto y empezamos a diseñar campos de trabajo y acuerdo, o nuestro talento se pudrirá o se convertirá en otra cosa, empleado en cualquiera de las formas de ganarse la vida que la tecnología y el mercado actual nos ofrecen. Si queremos seguir siendo trabajadores de un medio audiovisual, no tendremos más remedio que acotar el que nos corresponde.