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Agricultura y naturaleza

Jóvenes agroecólogos siguen en la brecha

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Se cumplen ahora dos años, cuando el 3 de julio de 2012 Perinquiets, hoy Agroicultura-Perinquiets, inauguraba su primer ciclo mediático con un reportaje titulado “Dos agricultores ecológicos valencianos: de l’Horta a la Porta”. Entonces la revista carecía de una vocación determinada. Con el tiempo, ha adoptado un perfil agroecológico. Quizá aquel reportaje en el que Carlos Martínez y Santi Pérez hablaban de sus primeras experiencias en campos cedidos en la Pobla de Vallbona (Camp de Túria, Valencia), fuera, más que una casualidad, una premonición.

Por eso hemos regresado sobre nuestros pasos, hemos buscado a esos jóvenes que ahora tienen dos años más, y les hemos vuelto a preguntar sobre su experiencia acumulada, sus proyectos y sus problemas. De paso, nos hemos encontrado con un agricultor más, Dani Martínez, vecino de ellos en los huertos. Cada uno cultiva y vende sus productos, pero la proximidad física y ética les hace intercambiar y compartir horas e ilusiones.

Un reportaje y fotos de Fernando Bellón

Carlos quiere cultivar en un invernadero ecológico

SONY DSC¿Por qué sigues en el campo, Carlos?

Básicamente, porque me gusta lo que hago, y me da para sobrevivir. Cuando empezamos hace tres o cuatro años, yo no tenía ni idea de agricultura. He utilizado este tiempo para mantenerme y a la vez aprender. No solo cómo cultivar, sino averiguar en qué parte del mundo agrícola me puedo meter yo para subsistir.

¿Y?

Todavía no lo tengo claro, pero en eso estoy. La idea que tengo ahora es cultivar un poco menos y dedicar más tiempo a los cursos, para meterme en un proyecto nuevo. De l’Horta a la Porta somos ya tres personas. Tengo una idea nueva, producir en invernadero. Estoy buscando uno para empezar a cultivar en ecológico. Se trata de seguir el método de la agricultura regenerativa. Pero también con algunos elementos más. Es también biodinámica, permacultura, y la experiencia adquirida.

Para mantenerme, tengo suficiente con lo que obtengo en De l’Horta a la Porta. Lo que no da es para invertir o para tener un nivel de vida en el que el dinero no te preocupe, y no estoy hablando de tener mucho dinero, sino de que no estés todo el día preocupado por si llegarás a fin de mes o a que se te rompa el coche y no puedas arreglarlo.

¿Qué cosa importante has aprendido en este tiempo?

Me he vuelto más insociable… [risas] porque me paso en día en el campo. Vivo apartado de la realidad, menos los jueves que es el día del reparto. No me paso la semana atendiendo a mis clientes, como el que tiene una tienda, tratando de venderles algo. Sí he aprendido, pero poco a poco, a no compararme con los demás, a elegir mi estilo de vida; y aunque haya personas con otro estilo de vida, no me comparo con ellos, no aspiro a cambiarme por ellos; yo voy a mi bola, y si les parece bien, muy bien y si no…

Pero pones en práctica ideas y recursos novedosos.

He hecho en Facebook un evento que se llama “Un mes de verdura para dos personas”. Yo calculo lo que me suele pedir la gente, el número de personas y el tiempo. He invitado a todos los amigos, que esos amigos inviten a sus amigos y que corra la voz. Ahora hay casi 700 personas apuntadas. Habrá un sorteo público, sin notario y sin nada, esperando que la gente confíe en mmi honradez, sacaremos un ganador, y le preguntaremos que elija un punto de reparto donde llevarle las dos cestas con los productos (una cada 15 días).

Santi quiere tener tierra propia, y vincular la agricultura a la gastronomía

¿Lo sigues teniendo claro, Santi?

Yo lo he tenido claro siempre. Pero al tema de las cestas, la venta que tenemos ahora, le quiero dar una vuelta, porque no le veo mucha continuidad. Mi proyecto se llama Menja Verd.

SONY DSCHan pasado dos años..

Lo bueno es que he mantenido los clientes que me cogieron desde el principio. Eso te muestra que estás haciendo bien las cosas. La gente confía en ti, hay buenas relaciones personales. No le veo cara mala al asunto, todo va a mejor. No he querido ampliar mi negocio al infinito. He hecho un círculo de clientes y tiro para delante.

¿Cuánta tierra cultiváis?

Tendremos ahora siete u ocho anegadas cada uno.

¿Crees que para ser agricultor, un joven necesita tener ciertos principios, además de afición y necesidad de trabajar?

Mi caso sí es un compromiso con la ecología, pero no sé en otros jóvenes. Es posible que esa apreciación sea correcta, para agachar el lomo tienes que tener cierta ética para que te ilusiones y tires para delante.

¿Qué habría que hacer para que la gente joven sin trabajo se acercara a la agricultura?

No sé qué decirte. Yo no quiero convencer a nadie. Eso es una decisión muy personal, relacionada con la situación laboral en la que te encuentres y la carga que quieras asumir. Es verdad que faltan agricultores, sean ecológicos o no. Si un joven quiere meterse en la agricultura, saldrá por la ecológica. Es un oficio más, como ser cartero, pero la ecología es un camino limpio, no hay otro. A mí, la agricultura me sirvió para dar un sentido a mi vida profesional. Por otro lado me viene de que me gusta mucho la comida, es muy importante. Y veo que la agricultura ecológica es la única forma de hacer las cosas bien, no concibo el cultivo con agroquímicos, no comería esos productos.

¿Por qué los jóvenes agricultores ecológicos son en su mayoría universitarios o con formación profesional?

Tiene una explicación. Si eres consciente del mundo en el que vives, ves que la agricultura ecológica es la única que se puede practicar. No concibo que alguien utilice agroquímicos teniendo una formación profesional o universitaria. Por poco que estudies o investigues, es tu única opción. No puedes permitir que tu familia esté en contacto con elementos químicos, no puedes llegar a casa empapado de compuestos químicos. Es una cuestión ética, pero también relacionada con tu propia salud. Estoy convencido de que pronto todos será ecológico.

¿Cómo son tus rutinas de trabajo en una estación como el verano?

Yo no tengo despertador, duermo con las ventanas abiertas, y cuando me entra el solecito me despierto y empiezo mi día. Me levanto y me voy al campo a hacer las faenas que me he programado para esa semana. Me quedo toda la mañana hasta que el calor se hace insoportable. El horario y la rutina te la marcas tú. Por ejemplo, esta semana, el lunes empiezo entutorando [llevar las plantas por un tutor] y deshojando, y por la tarde tengo un tratamiento. El martes tengo programado un riego. El miércoles, la cosecha para hacer las cestas, y repartir el mismo día, algo importante. En esto me han ayudado los mercados. Al principio no veía viable recolectar, hacer las cestas y repartir el mismo día. Pero el mercado presencial de Godella y el de Port Sa Playa en Alboraya, me han dado la posibilidad de tener menos clientes, personas a las que conozco bien, por su nombre; soy su labrador, el que se encarga de sus verduras, y ese es el sentido que le quería yo dar, una venta basada en las relaciones personales. El mercado de proximidad, en Godella y Alboraya, con sus ingresos adicionales, me permite ser eficaz con los clientes; si tuviera muchos no podría hacer un reparto el día de la cosecha.

¿Cómo van las cosas en la Huerta para los agricultores como vosotros?

Los agricultores que están saliendo se tirarán por lo ecológico. Aquí en la Huerta estamos todos luchando por sobrevivir. Hay hermandad, aunque cada uno se busca la vida y se la gana. Yo veo a la gente ilusionada y sin dar marcha atrás en su decisión de cultivar la tierra.

¿Y los problemas?

La agricultura ecológica es muy artesanal. No se valora este hecho, y la gente da más importancia a los céntimos de más, algo que en otros productos no hace. Paga diez euros por un cubata, pero no diez céntimos más por un tomate, porque hablamos de diez céntimos. Nosotros vamos por debajo del coste. Damos el mismo precio de mercado a un trabajo artesanal, sin maquinaria, sin gastar gasóleo. Ese es el principal problema, que no se valora nuestro trabajo, y tenemos que acoplarnos a lo que la gente está dispuesta a pagar, que no es el precio de producción real. Esto variará, pero muy lentamente, como todo en la sociedad.

¿Qué futuro te planteas?

Ahora empiezo a tener un poco de estabilidad con este proyecto, las cestas y los mercados. Quiero que mi huerto tenga siempre productos para la venta. El siguiente paso es tener un poco de tierra propia, porque yo estoy arrendado. Quizá ligarlo un poco a la hostelería. Ya sirvo a algún restaurante. Quizá una fórmula sea hacer eventos gastronómicos en el campo, enseñar a la gente que no conoce nuestro trabajo cómo lo hacemos, invitarles a hacer una jornada gastronómica en el campo… Enfocarlo hacia la hostelería, esa es la próxima salida que me planteo.

SONY DSCDani busca abandonar la precariedad de su trabajo actual

¿Tiene nombre y página Web tu proyecto, Dani?

El proyecto se llama Horta i Salut, y de momento no tiene página web.

¿Cómo has llegado a la agricultura ecológica?

Llevo cinco años como agricultor ecológico. Estudié Biología y estaba interesado en el tema de la agricultura ecológica. En casa, en La Eliana [municipio que linda con La Pobla de Vallbona], teníamos un huertecito… Hace cinco años me metí en la asociación Llavors d’Ací, y empecé a colaborar activamente con ellos en la junta directiva. Aunque tiene muchos socios y simpatizantes, los que trabajan son una decena de personas. Esto me permitió tener mucho contacto con el mundo de la agricultura. Casi todos los de la junta o es labrador o técnico agrícola o una persona relacionada con el campo, y en concreto con la agricultura ecológica, aunque Llavors d’Ací no defiende particularmente la agricultura ecológica sino las semillas locales, pero la filosofía implícita es que el marco es la agricultura ecológia.

Una vez dentro de este mundo, conocí a Vicent Gil, de Náquera. El estaba retomando su actividad como labrador, porque procede de una familia de labradores, y entonces no trabajaba en la agricultura. Así que un día dijimos, “¿por qué no tiramos por ahí juntos?” Cada uno estaba en otro trabajo, yo, en el Jardín Botánico de Valencia, pero los dos estábamos cansados de lo que hacíamos. Empezamos en un proyecto llamado Hort Sostenible, y esa ha sido mi experiencia de los últimos cuatro años y medio. Hemos sido socios hasta hace seis meses. Empezamos cultivando en su finca de Náquera y en unas tierras que me dejaron en Bétera. Así es como yo he aprendido mi trabajo de agricultor, prácticamente en Hort Sostenible y de antes, lo acumulado en Llavors d’Ací, cuando dedicaba mucho tiempo a hablar con gente relacionada con la agricultura, de la que aprendía cosas. También hice cursos de agricultura ecológica de la Conselleria de Agricultura dirigidos por Pep Roselló.

Con Vicent tuve la suerte de entrar en contacto con la agricultura tradicional valenciana. Eso es lo que intentamos retomar. Porque yo me he formado mucho en la permacultura, la biodinámica y todo eso, pero lo que siempre he tendido a hacer es la agricultura tradicional valenciana, la que había antes de la Revolución Verde, antes de que entraran los elementos químicos, la que se ha hecho en los huertos valencianos siempre hasta hace setenta años. Es una agricultura basada en el abono animal, trabajar la tierra… Todo eso lo he aprendido con Vicent y con su familia. Su padre todavía era labrador cuando nosotros empezamos y trabajamos con él en la finca.

A ese conocimiento adquirido en persona se añade todo lo que se aprende en las redes sociales o en los contactos personales.

Y ahora te has querido independizar, y tener tu propio campo y mercado.

Los proyectos avanzan conjuntamente, el tiempo cambia las relaciones y las necesidades de cada uno. Estos campos son medio cedidos, medio ocupados. Están afectados por un PAI [Programa de Actuación Integrada], y pertenecen a bancos o a propietarios privados que los han comprado para especular. Y el ayuntamiento de la Pobla de Vallbona tuvo la iniciativa de permitir la ocupación de esos campos, y Santi y Carlos abrieron el camino. Conoces a mucha gente, prácticamente a todos los agricultores ecológicos de la zona, y casi de la provincia y del País Valencià. Así fue como me enteré de esta posibilidad, que está cerca de mi casa, algo muy importante. Coincidió que tuve problemas en los campos que cultivaba en Bétera: me subieron el precio del agua, lo doblaron en tres años. Aquello se me hacía insostenible. Aquí no tenía que pagar, había agua, y contaba con Carlos y Santi que me prestaban conocimientos adquiridos sobre el terreno.

¿Trabajas en el campo a tiempo completo?

Llevo dos años de alta en el régimen agrario de la Seguridad Social. Me dedico plenamente a la tierra e intento vivir de ello.

¿Qué planes tienes?

Es una etapa de aprendizaje, pero desde hace tiempo tengo claro que mi objetivo es la rentabilidad de mi trabajo. Poder vivir de él. Lo estoy consiguiendo. Creo que tengo un nivel económico aceptable; precario, claro, porque hay imprevistos que son difíciles de asumir. Pero yo creo que el 70 por ciento de la población actual se encuentra en la misma tesitura, trabajen en lo que trabajen.

Para mí, separarme de Vicent ha sido una vuelta a empezar. Nunca eres estable del todo, cuando llevas cuatro años en un proyecto, empiezas de nuevo, y solo. Te tienes que reestructurar para ver si puedes abarcarlo todo: llevar el campo, que es la parte del trabajo agrícola, y hacer la distribución, que es la parte comercial. Tengo la sensación de que estoy aprendiendo mucho en la Pobla.

Tenía la sospecha de que los campos, por cercanos que estén, cambian mucho, y que la Huerta de Valencia no tiene nada que ver con los campos de Bétera, aunque estén a diez kilómetros. Conforme cultivas, te das cuenta de que todo cambia. Ya hora me estoy dando cuenta a lo bestia. La Pobla de Vallbona está a siete kilómetros de Bétera, pero el clima cambia y afecta a los cultivos, la tierra es muy difrente… Estoy aprendiendo mucho aquí. Nada más llegar tuve problemas en algunas cosechas. Me dije, “pensaba que sabía y me está saliendo mal…” No mal del todo, se aprende. Al principio fue una bofetada, pero ahora me doy cuenta de que fue una torta buena, porque aprendí de ella. Hasta que no estás tiempo en un sitio no lo conoces.

En resumen, mi idea a día de hoy es continuar viviendo de la agricultura. Estar en un sitio en precario tiene sus cosas buenas, es como una militancia, recuperar un terreno condenado. Vivimos al día, no queremos tener una vida convencional, pero sí que necesitamos estabilidad como todo el mundo. Si esa precariedad supone que un día vendrán y te dirán que tienes que irte, sí que me gustaría como objetivo tener algo de tierra en propiedad, lo que me permitiría ir más allá en algunas cosas: plantar árboles frutales, poderte hacer mejores vallas separadoras, una caseta para guardar la herramienta… Algo que aquí te cuesta trabajo hacer, porque no sabes qué pasará al cabo de pocos años. No es una cuestión de inversiones, es psicológico. Me conformo de momento con tener algo estable aunque no sea muy grande, porque tierra para trabajar siempre puedes encontrarla en alquiler o en préstamo, que te ayuden a completar tu proyecto en propiedad.

 

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